Publicat: 15/01/2016

Mirad bien las fotos… Pues sí, aunque parece increíble, esto es lo que compró el señor Arturo Torró y que nos va a costar a los gandienses 6,7 millones de euros (tras sentencia del juzgado que demostró que Torró mintió y sí que compró las boleras de la playa). La llamada ‘Operación Aplauso’, a la que también se refirió el ex alcalde como «triángulo perfecto», ha vivido esta semana un nuevo episodio más de la rocambolesca compra de una galería comercial por parte del anterior gobierno de Gandia.

Gandia Palace 2

“Es el triángulo perfecto, porque cobramos una deuda, adquirimos patrimonio y dinamizamos la playa”, alardeó Torró en su momento, que también confiaba en que al operador que se instale “le vaya muy bien”, al tiempo que negó cualquier “trato de favor” a Vipei. Resultado del que se autoproclama gran gestor: ruina y presunto delito de prevaricación. En definitiva, una operación caprichosa del anterior alcalde que, y es lo más triste, va a costarnos a todos los gandienses mucho dinero.

Resulta cuanto menos curioso que quien defendió en varias ocasiones en prensa que estos locales no eran propiedad del Ayuntamiento de Gandia porque nunca se pagó a la empresa propietaria del inmueble, más tarde firmara un documento dando conformidad al estado de las instalaciones cuando la empresa que las explotaba decidió abandonarlas por considerarlas «poco rentables» (noviembre de 2014). Hace un año, y a pesar de firmar dicho documento, Torró mantenía que el consistorio no era propietario del inmueble, y que este estaba en la lista de edificios del llamado «banco malo». Y sin embargo, ahora tiene la desfachatez de salir a culpar al actual gobierno del saqueo que se ha producido en los locales.
firmas buen estado Gandia Palace
Por cierto, y esto es lo que más nos preocupa: la Policía Local ha certificado que ninguna de las puertas de acceso al edificio han sido forzadas, por lo que las dudas y especulaciones son numerosas. 
Suma y sigue. Torró embarcó al Ayuntamiento de Gandia en una locura que nos llevó a la quiebra. Utilizó el consistorio como una de sus empresas y quebró (como el resto de sus mercantiles). El problema es que, en este caso, el dinero no era suyo, era de todos los gandienses.
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