Publicat: 08/01/2016

La Navidad es una época del año en la que la gente aprovecha para tener detalles con sus más allegados. Familiares, amigos, compañeros de trabajo… suelen recibir detalles y regalos como muestra de afecto en estas fechas.

Como sabéis, esta es una práctica bastante extendida en la vida política. Son muchas las personas anónimas, empresas y/o asociaciones que quieren tener un detalle con los miembros del gobierno por su labor al frente del Ayuntamiento de Gandia. Pues bien, estas Navidades, y siguiendo una línea que voy a mantener durante toda la legislatura, he rechazado casi todos los detalles que han llegado a alcaldía. Cestas de Navidad, vinos y cavas, jamones o elementos decorativos, han sido devueltos a sus remitentes con una nota explicando el motivo de la devolución.

Es mi forma de entender la política: estoy en este cargo para hacer mi trabajo. Y es mi obligación hacerlo, no tengo que recibir detalles ni regalos ‘extras’ por ello. Mi principal responsabilidad, honor y, hasta me atrevería a decir, regalo es, precisamente, trabajar por mi ciudad y por mis vecinos. Por eso, y aunque estaba muy agradecida por los detalles y por la consideración mostrada (y así lo expresaba en la nota), devolvimos casi todos los regalos. Y digo casi todos porque hay unos que sí que aceptamos: los libros. Y los aceptamos con una finalidad: donarlos a la red de bibliotecas públicas de Gandia y enriquecer nuestro fondo bibliográfico. La semana que viene haremos efectiva esta donación y publicaremos los nombres de las obras donadas.

Y así ponemos punto y final a mis primeras fiestas navideñas como alcaldesa de la ciudad. Unas Navidades en las que se ha invertido el presupuesto con mucha cautela pero que han tenido de todo. No ha faltado ni uno de los símbolos tradicionales de estas fechas (a pesar de lo que algunos, maliciosamente, vaticinaban que la ciudad se convertiría en una especie de aquelarre caótico).

FOTO: NATXO FRANCES
FOTO: NATXO FRANCES

Gandia ha podido disfrutar del tradicional pesebre en la entrada del Ayuntamiento, el belén monumental de la Casa de la Marquesa, conciertos para la familia, corales, decoración e iluminación navideña, cabalgatas de Papá Noel y Reyes Magos… todo dentro de nuestras posibilidades, claro está. Somos responsables y realistas, pero respetamos las tradiciones y las disfrutamos como todos.

El próximo año haremos un esfuerzo más y pelearemos para que sean unas Navidades mejores. Con todo ello, quisiera finalizar deseándoos a todas y a todos un inmejorable 2016. ¡Esperemos que sea nuestro año!

 


(Actualización: 08/01/2016 – 18:30 horas) 

ACLARACIÓN SOBRE ALGUNAS DUDAS SURGIDAS ACERCA DE LA DEVOLUCIÓN DE LOS REGALOS

Se han rechazado TODOS los regalos. TODOS. Excepto los libros, porque entiendo que su donación a la red de bibliotecas los convierte en un regalo para toda la ciudadanía y pasan a ser patrimonio de Gandia.

El resto los he devuelto porque entiendo que un alcalde o alcaldesa no debe aceptar regalos por ocupar un cargo y por tanto deben devolverse. E insisto en ‘devolverlos’, no donarlos o regalarlos a otro destinatario aunque sean alimentos. Parece muy delgada, pero es una línea que no he querido traspasar. Además, Gandia ya colabora con las entidades sociales a través de subvenciones, ayudas y actividades solidarias. Donar los alimentos o bebidas sentaría otro debate: a quién dárselos o cómo repartirlos. Ninguno de los presentes son artículos de primera necesidad o grandes cantidades. Por ejemplo, he recibido una botella de vino, ¿cómo se reparte equitativamente ese regalo?, es complicado, ¿verdad?

También quiero aclarar que en todos los casos ha habido respecto máximo y buena voluntad por parte de las personas y organizaciones que han hecho los regalos, por eso les he agradecido el detalle y les he explicado los motivos de la no aceptación.

De todas maneras, MUCHAS GRACIAS por las sugerencias y por vuestro interés. La política también son gestos que, aunque parezcan pequeños, son auténticos síntomas de que algo se está moviendo, de que ya no valen algunas fórmulas del pasado. La nueva manera de entender y hacer política debe transformar la forma y el fondo de la relación entre representantes públicos y representados. Y en el epicentro, siempre, la transparencia y claridad de cara a la ciudadanía.

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